Alejandro Escañuela

Un prodigio de la dirección orquestal

Alejandro Escañuela

Has estudiado en ciudades como Toulouse, San Petersburgo o Madrid, recibiendo la mejor de las formaciones. Pero ¿siempre deseaste ser director de orquesta?

Estoy muy contento con todo lo que la vida me ha dado hasta ahora. Como bien dices, soy muy afortunado de haber tenido una formación tan extensa y variada en tan poco tiempo. No todo el mundo puede decir que ha estudiado en Rusia… O que ha sido alumno de Tugan Sokhiev, ya que sólo nos ha dado clase a 4 alumnos y su agenda artística ya no le permite continuar con su actividad pedagógica.

Mi prematuro interés en desear dirigir una orquesta viene, naturalmente, de la mano de mi precoz entrada en la Joven Orquesta Provincial de Málaga, con tan sólo 12 años. Es allí donde aprendí todo lo relativo a “qué significa tocar en orquesta” de la mano de mi querido maestro Ángel Luis Pérez Garrido, a quien ya veía con 12 años como un referente a seguir. Y así fue…

La motivación que ejercía sobre mí me llevó a subirme por primera vez a la tarima, un 22 de diciembre de 2011, o sea, con solamente 13 años recién cumplidos. Quedan materiales de aquel evento, organizado de manera totalmente autónoma y emprendedora, siendo de mi propia elaboración, la organización logística del ensemble y de las partituras y su correspondiente arreglo para el concierto en cuestión.

¿Qué te empujó a perseguir ese sueño?

Diría que fue ver que podía expresar todo lo que sentía sin utilizar ni una sola palabra. Cuando era un niño, solía ser de pocas palabras, podríamos, incluso, decir que era bastante tímido. Mi infancia se caracterizó por ser una etapa de introspección emocional, sin ninguna duda. Me hacía muchas preguntas, me cuestionaba cosas que, para otros de mi edad, eran insignificantes… La verdad es que no terminaba de encajar mucho.

Pero, cuando dirigí por primera vez fue como una epifanía. De repente, entendía todo y a todos. Todos me entendían a mí y a mis emociones; y yo veía y percibía que sí era comprendido. Curiosamente, esa timidez de la que hablaba, cuando estaba en el podio, desaparecía o, mejor dicho, se ponía en segundo plano.

Recuerdo la primera vez que dirigí a una gran orquesta sinfónica, con 16 años, sentir que, mientras dirigía, era como si el tiempo se hubiese parado, como si estuviera en otra dimensión. Cuando salí de dirigir no sabía ni qué hora era, ni en qué día estábamos, ni que tenía que almorzar… Recuerdo comer una paella con mi familia después del concierto y estar, aun, absolutamente abducido por la música. Fue entonces, cuando supe que este era el camino que debía seguir.

Has dirigido más de 20 proyectos musicales y has sido asistente de dirección de grandes figuras de la dirección orquestal. ¿Cómo ha sido ese proceso de aprendizaje y de escala hacía la cima de tu profesión?

Es muy difícil… Es un proceso y una carrera de fondo extremadamente dura. Pero, como dicen, sarna con gusto no pica, ¿no?

Lo primero que tiene que entender un director joven es que no es Dios. Parece evidente, pero no lo es. La humildad es la base y único carburante para una carrera larga y duradera.

Es muy fácil caer en la tentación de pensar que tienes más derechos que tus músicos sólo por ser director, al estar en un podio, cobrar más, tener más visibilidad, etc. Pero, ¡nada que ver con la realidad! Eso es solo la punta del iceberg, la parte más superficial de la profesión.

No es que un director tenga más derechos que los músicos de la orquesta, ¡es que tiene muchas más responsabilidades! Debe asumirlas y si algo sale mal, tiene que ser quien asuma las consecuencias y dé la cara ante los problemas. El director de orquesta no puede estar solo para los momentos de protagonismo y visibilidad.

El director es tal, cuando lucha por y para sus músicos. El director es “director” cuando da el máximo y más, por y para realizar la mejor labor interpretativa, en memoria y respeto del compositor de la obra.

Es entonces, una carrera de fondo, donde los valores son muy importantes. Diría que la paciencia, la perseverancia y la valentía son la sagrada trinidad de un director de orquesta.

Todo esto lo he podido adquirir naturalmente gracias a mis estudios en San Petersburgo y, sobre todo, gracias al maestro José Miguel Pérez-Sierra, a quien considero mi padre musical. Él me ha acompañado desde hace ya dos años en mi proceso de aprendizaje artístico, enseñándome tanto aspectos técnicos que desconocía (ya que él fue alumno directo de Lorin Maazel, quien contribuyó al desarrollo de la técnica de dirección) como a nivel filosófico y humano, por eso lo considero como un padre musical, me considero un discípulo suyo. Sus consejos y apoyo durante estos años han sido cruciales para que pueda llegar hoy a estar donde estoy.

También, has sido semifinalista en la 1ª edición del Concurso Nacional de Dirección de Orquesta organizado por Juventudes Musicales y finalista del Concurso de la Deutsche Staatsphilharmonie Rheinland-Pfalz, en Mannheim. ¿Esperabas alcanzar el reconocimiento que has conseguido hasta ahora a tan corta edad? ¿Qué te hace sentir?

No he esperado nunca ningún reconocimiento. Sí que sé que es positivo de cara a una cuestión de visibilidad y soy consciente de que me puede abrir muchas puertas para que me conozcan en nuevos sitios. Sin embargo, no es algo que me importe mucho ahora. Estoy más centrado en aprender y hacer música.

Si me presento a un concurso y lo gano, pues bien. Y si no lo gano, ¡pues también!

Tchaikovsky, Barbieri, Strauss, Rossini… Son varios los compositores extraordinarios incluidos en tu repertorio. ¿A qué otras obras o compositores deseas dar vida próximamente? 

Espero que muy pronto podamos dar vida a “La Bohème” de Puccini, con mi orquesta, la Sinfónica Orbis, en un proyecto muy interesante que estamos preparando junto a mi querido amigo Félix Martín, pero aún no puedo dar detalles.

A título personal, en marzo tendré el honor de ser director asistente del Maestro Óliver Díaz, para las funciones de “Aída”, en la Temporada Lírica del Teatro Cervantes, donde tendré el privilegio de colaborar por primera vez con el grandísimo barítono malagueño Carlos Álvarez, quien interpretará a Amonasro en esta producción.

Estoy deseando que comience esta producción de “Aida” en Málaga, no solamente porque es mi ópera favorita de Verdi, sino porque también es de las que más veces he trabajado como asistente de dirección, con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y con la Sinfónica de Galicia, en ambas producciones, bajo las órdenes de mi mentor, el Maestro Pérez-Sierra.

Eres el director titular y artístico de la Orquesta Sinfónica Orbis, ¿qué proyectos se avecinan para este 2025?

Así es, hace 5 años que asumí la titularidad de la Sinfónica Orbis y esta orquesta no ha hecho más que traerme alegrías y momentos inolvidables. Hemos hecho conciertos memorables, giras por toda España y hemos emprendido y creado nuevos formatos como los “ORBIS explica…” en donde yo, como director, antes de comenzar a interpretar la obra, me giro desde mi tarima para explicar al público el significado de la obra. El objetivo que teníamos con este formato era eliminar las barreras invisibles entre el público y los artistas del escenario, especialmente cuando se trata de una orquesta sinfónica. De repente, cuando hacíamos estos conciertos, el público reaccionaba a los estímulos del concierto y todos se quitaban el “corset” que parece que hay que llevar siempre a los conciertos de música clásica. La gente venía después a vernos, a saludarme y a agradecerme por explicarles algo que, no es tan difícil de hacer, pero que cambia mucho la experiencia del público en un evento musical.

En 2025, se avecina un gran avance para la Familia ORBIS.  Vamos a hacer una gran apuesta de futuro, con nuestra reciente Orquesta Escuela, con sede en Málaga. Y es que, me he dado cuenta de que, en España, todavía no ha llegado esa formación solida sobre cómo tocar en orquesta.

Haciendo giras, maravillosas por todo el territorio nacional, con un grandísimo éxito, observé que los músicos tenían un grandísimo talento y potencial a desarrollar, pero, a la vez, pude observar que no tenían buenos hábitos al tocar en orquesta. En definitiva, que no había escuela, como, por ejemplo, sí que hay en Rusia o en Alemania.

Es, por ello, por lo que vamos a hacer esta gran apuesta por la orquesta escuela, nuestro proyecto pedagógico, para crear cantera. Además, estamos ya planificando grandísimos proyectos con el maestro Ángel Luis Pérez Garrido y Eurochestries International.