Apasionados del motor y amantes del lujo. Enamorados del diseño, la velocidad, la historia que se encuentra tras cada modelo y el poder que emana la marca. Príncipes, empresarios, cantantes, deportistas… Y es que, parece ser que coleccionar coches de lujo es una debilidad difícil de esquivar.
McLaren, Aston Martin, Corvette, Ferrari, Rolls-Royce, Bentley, Maserati, Chevrolet y muchos, muchos más… Todos y cada uno de ellos, clásicos o deportivos, son joyas únicas que suelen ser parte de colecciones con un valor en cifras que puede llegar a ser astronómico. Por ello, este afán por coleccionar tantas bellezas automovilísticas, ¿es coleccionismo o una inversión a largo plazo?
Teniendo en cuenta las raíces del coleccionismo, se tendía a guardar objetos por su increíble belleza y/o rareza. Sin embargo, extrapolándolo al ámbito automovilístico, hoy, estos no solo son adquiridos por su atractivo, si no también, como símbolo de poder y estatus. En el contexto actual, el coleccionismo se une a la inversión, ya que estos vehículos tienen la capacidad de preservar o aumentar su valor con el paso del tiempo.
Por ello, a día de hoy, como en el arte, las antigüedades o las monedas, en el mundo del motor y entre sus coleccionistas surge una incógnita: ¿es coleccionismo por pasión o inversión?